Color desvanecido, tanino moderado y poca graduación alcohólica. Además, el Morenillo es tardío y de las últimas uvas que se vendimian en la Terra Alta. En tiempos de productividad desaforada y consumo homogeneizador, las características de esta variedad eran poco compatibles con el mercado y se fue abandonando progresivamente. «Es una variedad exigente, hay que seleccionar muy bien y garantizar que la uva sea suficientemente madura», explica Juanjo Galcera, director del Celler Piñol.

“Documentado en 1791, bastante arraigado en les Terres de l’Ebre pero de origen foráneo”, según consta en el Diccionari dels noms dels ceps i raïm, escrito por Xavier Favà y publicado por el Institut d’Estudis Catalans (2001), la Morenillo es una variedad de uva autóctona de la Terra Alta utilizada popularmente para elaborar vinos a granel y que avanzaba inexorablemente hacia la decadencia.
“No podía ser, había que potenciar lo que nos diferencia antes de que fuera demasiado tarde”, apunta Galcera, que en 2009 hizo pionero al Celler Piñol con la recuperación de esta variedad.
Finca Morenillo:
El Finca Morenillo es el primer vino de la D.O. elaborado 100% con viñedos viejos de Morenillo. Recolectado en la propia finca, con cepas casi centenarias, representa el talante del Celler Piñol: respeto por la tradición y fuerza para innovar. Recientemente la revista Sobremesa otorgó 95 puntos al Finca Morenillo, el mejor puntuado de su selección de la D.O. Terra Alta.
Nota de Cata:
Cristina Borrull, enóloga de la Bodega Piñol, reconocía que la Morenillo es la variedad que más le ha sorprendido: “Nosotros comparamos la variedad Morenillo con un Pinot Noir. Tiene un tanino muy maduro, es super elegante, fino y tiene notas a chocolate, fresa (con nata incluso) y de higo maduro. Es de viñedos muy viejos. Los granos de uva son muy grandes, apenas tienen problemas de hongos que puedan afectar a la vid porque la piel es tan dura que se protege mejor”.


Variedades autóctonas:
Los defectos del pasado se han convertido en virtudes en este siglo XXI, que requiere vinos diferenciales, auténticos y característicos. La potenciación de la variedad autóctona aporta un nuevo elemento de orgullo y memoria a la Terra Alta e impulsará los vinos tintos de la Denominación de Origen.
En este sentido ayudará a que, en el año 2020, después de doce años de espera, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicase la aprobación de la variedad de uva morenillo en el pliego de condiciones del Consejo Regulador de la DO Terra Alta. Una reivindicación histórica de la comarca para preservar una variedad emblemática, identitaria y tradicional de la zona.
“La Terra Alta es el alma de la Garnacha Blanca y también la cuna de joyas recuperadas como la Morenillo”, resumía Alba Balcells, directora del ICANVI, en la última 34ª Fiesta del Vino en Gandesa. Un tesoro restaurado para ayudar a llevar la Terra Alta a todo el mundo.
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